martes, 6 de septiembre de 2011

Ramoncín, ¿ángel o demonio?

Hoy ha llegado con mucha fuerza a los medios de comunicación un personaje conocidísimo por todos: Ramón J. Márquez, Ramoncín. Leo en El País una entrevista de esas que no te dejan en blanco. El motivo de su aparición es el lanzamiento de su nuevo álbum (no sacaba uno con temas nuevos desde hacía 13 años), bajo el título Cuando el diablo canta. Sugerente nombre que le viene al pelo a un tipo que comenzó como cantante, y se pasó a las tertulias televisivas, al teatro e incluso a la literatura, todo ello antes de acabar "apaleado" por las masas debido a su relación con la SGAE y a su posición como "cabeza de turco" dentro de la Sociedad de Autores, recientemente intervenida judicialmente por delitos económicos.


Su trayectoria no deja indiferente a nadie. Salta a la fama en la Transición y comparte grandeza con músicos de la época como Loquillo, Burning o La Banda Trapera del Río. Gracias a su actitud arrogante dentro y fuera de los escenarios, siempre ha estado en primera línea mediática. Un hombre sin pelos en la lengua que "se estrelló", o hizo un parón, musicalmente hablando allá por los años noventa. Dice que se había cansado y que no quería tocar en las fiestas de los pueblos sin que la gente pagara por ver su concierto. Prefería sonar delante de 300 personas cobrándoles entrada antes que para 20.000 que hubiesen pasado gratis. 

Su relación con la SGAE lo llevó a una posición muy incómoda entre la opinión pública. Defensor de los derechos de autor, resultaron muy traumáticas para su imagen algunas declaraciones realizadas a los medios de comunicación durante su paso por la administración de la Sociedad General de Autores. Mientras se extendía la idea, cada vez con más fuerza, del gran negocio que suponía una sociedad como esa con un funcionamiento como el que tenía, Ramoncín hacía gala de una verborrea pro-SGAE que dejaba sorprendido a cualquiera. 

Él culpa a Internet de su mala imagen, a los foros. Dice sentir el calor de la gente en la calle, y que es en la red donde se le acusa y se le insulta. Atribuye a los que le critican la categoría de "gente sin importancia" y advierte que "la prensa lo pagará caro por darle voz a aquellos que no la tienen". Cree que es "de chiste" que alguien pueda publicar en un foro algo de forma anónima sin censura previa, sin cortar ni editar. Haciendo alarde de su conocida vanidad, asegura con toda seguridad que "la envidia funciona que te cagas". Supone que hay tíos que lo odian porque cuando sus mujeres lo ven en la tele exclaman "mira qué bien está Ramoncín con 55 años", y no pueden soportarlo. Sí, esto sí que es de chiste.

Hace un tiempo decidió desvincularse de la organización. Ahora, tras la intervención policial y jurídica hacia la SDAE, el organismo de la Sociedad de Autores del que se ha descubierto que se desviaron fondos, se siente traicionado y se arrepiente de "haber dado la cara" por los derechos de todos los artistas y hubiese preferido "tomar el sol como otros". Dice de José Luis Rodríguez Neri, el principal implicado en la trama, que era amigo íntimo suyo, uno de esos con los que puedes contar siempre, y se siente decepcionado con él. Literalmente ha dicho que "tiene unas ganas de echárselo a la cara que no lo puede imaginar".

Argumenta ahora, además, que siempre ha estado en contra del canon, que grava cualquier soporte capaz de almacenar y/o reproducir información o datos. Aún así, esta mañana ha declarado en una entrevista en la Cadena SER lo siguiente: "¿Para qué quieres llevar 20.000 canciones en un cacharro? ¿Para que te entierren con ellas?". Puede que ambas ideas resulten incoherentes e incompatibles cuando salen de la boca de una misma persona.

¿Es Ramoncín una víctima más, un engañado que luchó por defender lo que creía justo sin saber toda la verdad sobre lo que se cocía en la SGAE? ¿O es que ahora se ha puesto la máscara para salvar el pellejo? Una cosa está clara: poco o nada queda de aquel rockero que comenzó su carrera a mediados de los setenta. El músico salió del escenario para entrar en los despachos, y le ha pasado factura.

[Recomiendo insistentemente ver el encuentro que Jordi Évole, El Follonero, tuvo con Ramoncín el año pasado: PARTE 1 / PARTE 2 / PARTE 3]

Saludos en tinta.

1 comentario:

  1. Toma Kike, seguro que nunca te había salido una visita al blog desde Antigonish, Nova Scotia, Canadá.

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